Acuérdate de lanzar mis cenizas al mar y deja que la tramontana me arrastre indómito entre cielo y tierra para que, empujado por las olas, pueda volver a tocarte, mezclado con la arena que pisan tus pies y penetra entre tu pelo, libre para ir y venir contigo y sin ti, libre para rozar otros labios, otros cuerpos, ver otros paisajes, otros lugares a los que tú nunca quisiste ir y a los que yo no me atreví a llevarte. Seremos uno y ninguno a la vez, polvo que te envuelve y deja tus ojos llorosos. Lágrimas de sal y arena. Para que no me olvides.
Y volaré (Alba Palmerín Donoso)
