Caminaba por los jardines de la villa un buen amigo mío, destacado dramaturgo, musitando el proverbio que habría de llevarle a componer, según decía, una obra de profundo calado: “La vida es la vida, y los sueños son los sueños”. Me acerqué a él y me refirió cuán confuso estaba, pues era sabedor de que la sentencia estaba aún sin pulir. Días más tarde, era el susodicho quien tocaba a mi puerta. Rebosante de júbilo, me habló sobre la existencia de un ermitaño cuyo profundo conocimiento de las ciencias naturales lo había guiado a recomponer el proverbio. Al parecer, un hombre barbado, de aspecto enjuto, carente de todo contacto con distracciones que no fueran la de acrecentar su saber, repetía en la soledad de su cabaña: “El vaso es plato, y los platos, platos son”.
Sobre vida, vasos, sueños y platos (Jon Jiménez)
