A las 12 de la noche, justo cuando la luna estaba en su punto más alto, sonaron las campanadas, que indicaban que había llegado la hora. Todo quedó en silencio. Ella caminaba lentamente, sin apuro. Parecía sonriente. Trajan seguía despierto. Escuchó pasos, se estremeció. Vio por debajo de la puerta de su habitación que ella llevaba un vestido oscuro, y algo parecido a un bastón, de madera, que llegaba al piso. Alguien había entrado en su casa. ¿Quién podía ser? —se preguntó— Un trueno. La perilla comenzó a girar. Otro trueno. La puerta se abrió, dejando al descubierto su cuerpo completo. Tenía una capucha del color de su vestido. Era alta, y sus pálidas manos sostenían una guadaña. Otro trueno. Ella se acercó lentamente a aquel hombre que ya no podía ni respirar y alzó su arma…
Una intrusa (Roxania Acosta Cisneros )
