Carne muerta, en descomposición. Hedor a podredumbre. Un cuerpo inerte, pasto de gusanos, larvas y moscas dándose un festín. Apenas un recuerdo de lo que un día fue. La vida lo abandonó, traidora y rastrera, dejándolo a su suerte, olvidando las promesas que minutos antes ofrecía. Amor efímero y palabras vacías, huecas y que ya no tienen sentido, arruinando todo lo que una vez pudo ser y que ya nunca será. Oportunidades perdidas y sueños rotos, en el reflejo mortecino de sus ojos apagados.
La tierra lo reclama, convertida ahora en su nueva amante. Una amante lujuriosa e insaciable, que hambrienta desea tenerlo en su interior, llenándola y satisfaciendo su voracidad. Ansía consumirlo hasta el tuétano con su amor eterno, incondicional y egoísta, reduciendo su esencia a simple polvo.
No hay amante más entregada y cruel, pero ella, al contrario que la vida, al menos es honesta y fiel.
Última amante (Athman M Charles)
