Camino por el callejón oscuro bajo un cielo aún más oscuro. Relámpagos como enormes flashes iluminan fugaces la escena. Estoy inquieto por alguna razón. De pronto me parece escuchar algo trás de mí. Me giro de golpe, pero sólo encuentro la oscuridad que adorna aquel callejón y que parece mirarme de forma burlona. No quiero ser el típico protagonista de una película de terror que lo achaca todo a su imaginación y por eso permanezco alerta. Sé que he oído algo. Y sé otra cosa más: no estoy solo allí. Aunque no vea a nadie más a mi alrededor, puedo percibirlo, es como una corriente eléctrica que me atraviesa la piel y me pone los nervios de punta.
De pronto se hace un silencio absoluto y el tiempo parece detenerse. Noto un frío gélido que me envuelve y escucho algo parecido a un siseo, un sonido escalofriante. Percibo una presencia detrás de mí y me giro al mismo tiempo que un relámpago lo ilumina todo.
Entonces me encuentro cara a cara con mi sombra, que muestra una espantosa sonrisa.
Maravillosol relato, intrigante hasta llegar hasta un inesperado y genial desenlace
Muchísimas gracias, Eva. 🙂
Como nos tienes acostumbrados, siempre en vilo con tus relatos.
Me ponen el bello de punta…
Muchas gracias, María José. Lo intento, desde luego. 🙂