Corría el año de nuestro Señor de 1692 cuando nos encontramos un rostro esculpido en la roca en mitad de la jungla siendo la boca la entrada a la gruta.
Muchos fueron los peligros y aventuras que recorrimos desde que el capitán le arrancara de sus manos el mapa a aquel jesuita antes de rebanarle el cuello con su alfanje; el abordaje de aquel galeón español, la tormenta que nos hizo embarrancar, los manglares y pantanos infestados de caimanes, serpientes y mosquitos, el hostigamiento de feroces indígenas…
En algún lugar recóndito de la Florida, los supervivientes del Seahammer, el capitán Black Bones, el artillero Jones, el mulato Tom y un servidor nos internamos en las entrañas de la tierra y descubrimos que la leyenda era cierta…
Ante nosotros apareció un hombre con morrión, coraza y espada a la manera que vestían los conquistadores.
Phillique Ladocque
3 de mayo de 2016