Ya entrada la noche Juan decide tomar el metro para llegar pronto a su casa. Entra al vagón y milagrosamente encuentra donde sentarse, hay un pequeño grupo de personas que conversan fruslerías, otras parecen somnolientas y algunos se encuentran ensimismados en profundos pensamientos.
Súbitamente, al abrir el vagón, entra un grupo armado provisto de armas imponentes. El pánico se apoderó de las personas que allí se encontraban, se paralizaron de miedo; fueron despojadas de sus pertenencias sin poder reaccionar. A Juan lo invadió un terror gélido que recorrió sus entrañas, recordó que estaba molesto con su esposa y no se despidió de su pequeño hijo por salir en la madrugada.
El arrepentimiento invadió a Juan. Un individuo se acerca y apunta a su cabeza, de repente… Juan se despierta sudoroso y se da cuenta que afortunadamente todo fue una pesadilla. Ese día no optó por el metro y se tomó el tiempo para compartir amorosamente el desayuno con su esposa e hijo.
Terror en el metro (Lía)
