M. me lo advirtió:
—No lo escribas, ¡los vas a matar!
Pero no hice caso y heme aquí, redactando la sentencia. ¿Cuál? La de usted, señor lector. No se asuste, esto será rápido e indoloro, como un paro cardíaco a mitad del sueño. ¿Está listo? Ponga mucha atención y no se preocupe por la pronunciación. Dice así la sílaba de la muerte: flntxkpzy.
De syllabae mortis (Jorge Murillo)
