Dime hacia dónde vamos, por favor. Necesito saberlo. Creo que me va a estallar el grano que tengo en el entrecejo y se me van a llenar los ojos de pus. Por favor, dímelo. No podemos seguir andando en espirales, al final vamos a acabar en algún sótano asfixiante. Y sabes que soy claustrofóbico. Deja de burlarte, por Dios, ¿hacia dónde vamos? Aunque sea, señala con el dedo, algo aproximado. A veces mis pies se acaban pudriendo después de muchos pasos, por eso necesito saberlo. Si mis pies fallan y mi grano explota, me acabaré gangrenando yo también, ya me pasó una vez. No quiero acabar gangrenado en un sótano irrespirable. No me digas que no sabes hacia dónde. Dímelo, y así sabré si quiero arriesgarme a otra infección. Desde esa última, le tengo terror a las infecciones. No es sano caminar así, sin rumbo, y menos arrastrarse. De hecho, vamos a pararnos, mejor. Empiezo a dudar de que sepas hacia dónde vamos. Estás como yo, mira tus pies. Mejor nos paramos y descansamos. No voy a seguir.
Supurantes (Gonzalo)
