Mamá había juntado una colección impresionante de zapatos a lo largo de su vida. Plataformas, cuñas, peep-toes. «Un par para cada ocasión» me decía, sonriente. El abuelo se burlaba de ella y de sus zapatos con crueldad. Disfrutaba humillando a todo el mundo, especialmente a mamá. Sentí alivio cuando él murió, y al volver del entierro nos sentamos juntas a sacarle brillo a los zapatos, riendo y bromeando sin miedo por primera vez en años. No costó mucho quitar la sangre de los louboutins negros; el charol es impermeable.
Stiletti (MJ Ceruti)
