Con 1.000 cañones por banda,
viento en popa a toda vela,
no corta el mar, sino vuela,
un velero bergantín.
José de Espronceda dice que eran solamente 10. Me da igual, yo oigo por lo menos mil.
1.000 cañones que disparan, 1.000 palabras que me taladran, 1.000 acusaciones que me quieren consumir.
Lo siento, no va a ser mi fin. Me dejaré llevar por el viento a uno y otro confín a ver si encuentro mi alma pirata, o mi libertad al fin.
Que son las letras un tesoro. Que es mi brújula el escribir.
Ya está todo decidido, las maletas las haré por el camino. Yo iré tirando, si te parece buen plan no lo dudes; coge un timón sin barco, sigue tu instinto pirata y ven conmigo.
Ni creo, ni he creído ni creeré jamás en el destino: SOLO ME FÍO DE MI PROPIO CAMINO.
Muchas veces he tropezado y he caído pero si alguna vez veo que en la ruta me he perdido, pensaré: este es mi viaje, mi canción de pirata, mi tesoro, mis suspiros, no abandones tu camino.