Me reprochó mi viejo profesor, con su mirada fría, vacía, que usara la expresión “un puñado de días” para ubicar en el tiempo una relación. Pronto me licenciaría en Filología y esperaba más elaboración, menos inocencia, más detalle, menos sencillez. Y sentí el frío sol de otoño en mis ojos, castigados de indiferencia. 365 palabras para un relato corto, “Algo que acabó”.
365 días hace que mi piel se bañara en tus ojos y los míos en otro sol, de otoño también, pero lejano, de otra galaxia. Igual que aquella mañana, entonces se esperaba de mi menos inocencia, menos sencillez.