El día que me desperté muerto en aquel oscuro callejón, fue el más triste de mi vida. A mi entierro no vino nadie. Tampoco es que me importase demasiado. Es más, yo estuve a punto de no acudir. Nadie me había invitado, ni siquiera tú, mi asesina de ojos color tristeza.
Sin invitación (Manuel Pinos Quílez)
