Me gustan las noches de luna llena porque su luz ilumina la ciudad alterando mis biorritmos y también los colores; el rojo es de sangre, el amarillo parece quemar. El azul, el verde y el gris se confunden, transmitiendo una falsa sensación de sosiego. Los escalones son eternos pero también más fáciles de subir porque soy de hierro y de goma y no hay obstáculo que pueda detenerme.
En las noches de luna llena soy el rey de los callejones. Las frágiles puertas de las casas antiguas ceden a mis embestidas como si fueran de papel y casi siempre, detrás de las astillas de madera medio podrida, me encuentro con ojos aterrorizados que se me clavan, suplicantes.
Por la mañana vuelvo a la oficina y mis correrías nocturnas de lobo son un agradable sueño del que me he despertado con una maravillosa sensación de victoria.
El rey de los callejones (Ainhoa Ollero Naval)
