«Muy estimada Muerte —escribió el Oxígeno—, necesito que nos reunamos urgentemente. Esto de oxidar a los seres y mantenerlos vivos al mismo tiempo, me está generando graves quebraderos de cabeza. Un saludo, el Oxígeno».
«Muy estimada Madre Naturaleza —escribió la Muerte—, necesito que nos reunamos urgentemente. Estoy harta de que los elementos me tomen como su psicólogo particular. Un saludo, la Muerte».
«Muy estimado Dios —escribió la Madre Naturaleza—, necesito que tanto usted, como la muerte, el Oxígeno y yo misma, nos reunamos lo antes posible para discutir sobre varios asuntos».
Y Dios, que no cree en la democracia, lo solucionó todo con un diluvio universal.
Reorganización de plantilla (Judith Bosch)
