Siempre fue su preferido, por un vaso de agua y un dulce, toda la ilusión que cabe en un zapato. Ahora duerme poco y con las primeras luces se arrastra hasta la ventana. Sus ojos de vieja gacela se encuentran con la mirada de él, felino al acecho de una destartalada furgoneta donde apretarse con guepardos que no pueden correr y a los que el sol aplastará bajo el invernadero. La mirada que siendo niña le interrogaba bajo un turbante si había sido buena, espera cada mañana la respuesta bajo una descosida gorra.
Ella que solo ha viajado sobre el mapa que decora la austera habitación, esta noche sonríe. Gira el mapa, atardece en la sabana y los últimos rayos iluminan la gastada zapatilla y el mantecado. Entra la enfermera para administrarle la medicación, mira el mapa, retira la zapatilla y el dulce. La demencia avanza rápidamente, piensa. La anciana observa y calla. Hoy es cinco de enero y el rey negro, no recuerda su nombre, siempre fue su preferido. Le ha pedido una furgoneta.
Queridos Reyes Magos (Mª Esther Zárate Moya)

Buenísimo ya estoy esperando más de ti