Tras este tiempo sin contestar a tu correspondencia y después de mi última carta, encontrarás en ésta un sabor amargo que quizás te sorprenda.
Muchas veces, en la calle, doblo las esquinas como si fueras a aparecer. Luego recuerdo que estamos en países distintos de continentes diferentes y me dan ganas de volver a casa como si la tuya y la mía hubieran sido la misma algún día. ¿Conoces esa sensación, cuando retiras poco a poco la vista del espejo, que parece cambiar lo que dejas atrás? Hace ya tiempo que me pregunto si hemos sido alguna vez algo más que eso.
Diego, los días me pesan como piedras en los bolsillos y el vaso se ve más lleno cuanto más me meto dentro. Siento a ratos esa felicidad pura, similar al alivio de cuando recién te curas de un fuerte dolor, pero nunca dura demasiado.
Recuerda, cuando me leas, que seguiremos manteniendo la distancia y la nostalgia.