Perdóname, Sam. Te he abandonado en este tren abarrotado con destino incierto saltando al convoy que paró al otro lado de la vía, para volver a París….
Te he dejado mi maleta y el dinero para que, cuando llegues a Casablanca, busques un local espacioso, dos mesas de juego que parezcan limpias y un buen piano. Practica mucho mientras me esperas.
Yo vuelvo a París, para encontrarme con ella, que es un ángel, o con los alemanes, que son más feos; para toparme con la vida o con la muerte; para morir de amor o por la libertad; para caer en manos de la Gestapo o desfilar bajo el majestuoso Arco de Triunfo…
Ensaya mucho, Sam, mientras regreso. Tú sabes qué canción me gusta, y compréndeme, Sam: tú no eres Ingrid Bergman, pero yo sí soy Humphrey Bogart y jamás consentiría que un guionista imbécil me separara de ella.
Afina bien el piano para que escuche lo que sí quiero y no quiero oír. La vida en esta Francia sin libertad es en blanco y negro, y yo, la quiero en color.
Perdóname, Sam.
Perdóname, Sam (Fernando Escudero Oliver)
