Acaba de llegar el paquete. Es una caja de cartón rectangular y mide unos veinte centímetros de largo. Huele a papelería y humedad y su nombre está impreso en letras de color negro sobre fondo blanco. Paso mi dedo por encima pero no tiene relieve.
He dicho al hombre de Correos que él no está, esperando que se lleve el paquete de vuelta, pero me ha dicho que no importa, siempre y cuando yo confirme que lo he recibido. Me ha pedido el DNI y me ha hecho firmar en un aparato electrónico.
Imagino que es el libro que compró por internet la semana pasada, una novela sobre un conductor ferroviario del Transiberiano a principios del siglo XX, me dijo. No creo que sea capaz de leerla, ahora que él tampoco podrá.
Pedido recibido (Gemma Urraka)
