Paseo por el barrio disfrutando de mis últimos días de libertad. Cómo no pude ver la belleza de estos edificios VPO. Entro al supermercado, pago al contado y no robo más latas de sardinas picantes. Beso las manos de las cajeras y piropeo su flamante manicura francesa que esculpe el putochino del bazar que dicen que se comió a mi perrito pabloescobar en rolitos de primavela. Vuelvo al hogar y acaricio los bonsáis de la presidente de la comunidad, los mismos que antes marchitaba con mi tacto.
Lanzo la vista al cielo. Agradezco esos helicópteros que vuelan en torno a mi. Es por la seguridad de nuestros hijos, me digo.
Contemplo las ventanas de los edificios. Imagino las tiernas historias de amor que acontecen en esas habitaciones. Y lloro de felicidad por lo bien que está hecho el mundo.
De repente, dos jóvenes se asoman a una terraza.
Se besan y se acarician con juventud y libertad.
¡Qué coño hace mi hermana con el Paco-Loko!
Saco mi pistola.
Disparo con lágrimas en los ojos.
Vuelta a la cárcel antes de tiempo.
Paseo por el barrio (Manuel Molina)
