Hermosa vertiente, verde y azul revelador. El paisaje en la ventana.
A pesar de estar el cristal sucio frente a sus narices, podía apreciar el matiz del cielo sujetado a la montaña, que a su vez se fijaba a un verde tan natural que parecía mentira.
Tanto tiempo allí, y ahora valoraba.
Sus prioridades fueron otras, así es el hombre moderno, y centrado en cumplir la voluntad de Dios relegó sin más.
Si su poder es infinito, ¿por qué le necesitaba? Las preguntas llegaban tarde.
El Creador había realizado el paisaje. Aunque, ¿no era él quien daba el sentido? Es triste adorar la creación de otro.
El paisaje le estaba cambiando.
Estaba dudando de Dios cuando menos debía.
Escuchó el percutor preparado. Los contornos se enaltecieron junto a la respiración de su ejecutor. Tuvo la impresión de oler fuego, el mismo del día de la bomba.
La gota de sudor marchándose lo espabiló.
Revelación por la única religión que debió merecer.
El gatillo.
El pestañeo.
El trueno de Dios.
El paisaje se ofuscó en rojo.
Paisaje creador (Juanse Gutiérrez)

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