Habían atravesado la capa de nubes y un sol radiante bañaba el interior del avión rumbo a las islas Fiscalparadise. Atrás quedaban 26 años de matrimonio y una sucursal bancaria con un desfalco millonario “inexplicable”. Junto a ella, Ismael, su secretario 19 años menor, estiraba sus interminables piernas. No, Mari Fe no se arrepentía de nada. La operación era casi perfecta; únicamente sobraban las enormes pistolas que los terroristas habían conseguido colar en aquel avión inundado de sol.
Operación casi perfecta (Antonio Aguilar Martí)
