Cada día amanecía con un superpoder diferente que jamás se repetía. Si un día podía dilatar el tiempo, el otro estaba en la oficina y roncando en su cama a la vez. Si bien el don tardaba en revelarse aquel día se retrasaba más de la cuenta. No fue sino hasta las tres de la tarde cuando lo descubrió. Viendo las noticias soltó un «ojalá se acabe de una puñetera vez la guerra de Siria». Un instante después las partes que ni siquiera se habían reunido anunciaron la tregua definitiva. Nervioso, optó por atajar: «ojalá se acaben las guerras y el hambre» pero no sucedió nada.Tendría que ser más preciso. Llamó corriendo a su familia y amigos pero todos estaban «bien».Abrió los periódicos digitales y antepuso a cada titular un «ojalá no más». A las 12:01, el poder caducó pero no su efecto. El mundo era ahora un lugar mejor.A la mañana siguiente recibió la llamada de su hermana: «Estamos en el hospital, Mamá está grave». Se presentó allí en un zeptosegundo pero él ya nada pudo hacer por ella.
No más (Laura R.)
