Miedo, no podía sentir otra cosa ahí encerrado.Sonó por los altavoces, algo en un extraño idioma. —Ocho minutos para la explosión —me tradujo uno de ellos desde otra celda. No sabía a qué se referían, sentí pánico. «¿Va a explotar esto? Tengo que escapar de aquí», me dije.Encontré una rejilla de ventilación fuertemente cerrada. Con mucho dolor arranqué una corona de oro de mis dientes, la chafé, y con ella conseguí abrirla. Cuando llevaba unos metros reptando, oí la megafonía.—Dos minutos -dijo de lejos mi traductor.Me deslicé deprisa hasta una sala de cápsulas. La cuenta atrás seguía en el extraño idioma, yo contaba para mí: un minuto.Salté a una cápsula, intenté descifrar los mandos.30 segundos.Moví todas las palancas que vi.20 segundos.Apreté todos los botones.10 segundos.—Bien —exclamé. Comenzó a moverse hacia el exterior.1 segundo.Huí, justo para ver, desde la órbita de Urano, como una gran explosión engullía la tierra. Y yo quedé aquí, náufrago del infinito.
Náufrago del Infinito (Valentin Bayon)
