Malena acaba de ser madre sin tiempo para anestesias ni epidurales. Está de pie junto al ginecólogo que, con rictus serio, atiende a una chica en la camilla contigua. Sus zuecos y pantalones están salpicados de sangre. Algo va mal. Hay que operar, es la única posibilidad, le escucha decir.
Anestesia, bolsas de plasma de personas comprometidas y generosas, oxígeno alimentando el cerebro. Puntos de sutura. Malena se aburre y tiene frío, así que cuando se llevan a la chica a la UCI, se larga detrás de la camilla y del celador. Todos están preocupados por la chica, le ponen mantas, agujas, goteros… Piensa en quedarse con ella un rato más. Está lívida y muy fría. Al fin, se acerca e intenta tocarla, pero no puede y se asusta. Mira su cara, de cerca le resulta familiar. ¡Oh, no! Es ella, soy yo. Aturdida, se queda adormilada, con profunda ansiedad en el pecho. Todo se funde en blanco.
Unas semanas después Malena y la chica, juntas de nuevo, vuelven a casa con su bebé en brazos.
Nacimientos (Cristina Fortea Garcés)

Muy tierno!! Que lindo que pudieron volver a encontrarse Mañana y la chica!!
La vida está llena de segundas oportunidades… Hay que aprovecharlas.