Búscame donde la mente te lleve y el corazón no llore.
Que no me duelan tus palabras que a veces resuenan en mi cabeza.
Creí olvidarte para después perderme en tu mirada, en tu sonrisa, en esas manos que me acariciaban, en ese mar al que los dos mirábamos en la misma dirección. Pero el mar es infinito y no tiene límites.
Escogiste otra mirada, otros abrazos, otro camino, una nueva vida.
Despierto de mi letargo y me doy cuenta que merezco amar y ser amada, merezco no sufrir, aplacar mi dolor es necesario para continuar mi sendero sin sufrimiento.
Porque sé que siempre hallaré otros destinos, otras vivencias, otros finales o principios.
Mirando al mar (Rocío Cantos)
