El magistrado se sentó junto a la chimenea y absorto en la contemplación del fuego se sumió en la más profunda reflexión. ¿Qué fallaba en la sociedad? La experiencia de muchos años vistiendo la toga le decía que, a pesar de lo que piensa la gente, los delitos no están emparentados ni con la nacionalidad ni con la clase social de quien los comete. Resultaba evidente, sin embargo, que en los últimos tiempos el calibre de las infracciones crecía de manera imparable, y los daños contra las cosas habían dado paso sin tregua a los daños contra las personas. ¿Por qué? El juez no encontraba la explicación. Lanzó una mirada retrospectiva y recordó su primer juicio, con aquel muchacho delante, tembloroso, acusado de robar una gallina para poder comer. Y comparó aquella escena con la vivida esa misma mañana, frente a otro joven sin signo aparente de arrepentimiento, el último asesino de la violencia de género.
Mirada retrospectiva (M. I. Romero)
