Arrepentido, se colgó en el cuello un rosario de plata que rezaba cada noche, una cadenita con la medalla de oro del Espíritu Santo para alcanzar el perdón y la cruz del San Benito que espanta al demonio. Anillo denario y pulserita protectora de la Virgen de Guadalupe siempre lo acompañaron. Al morir le crecieron alas, pero se hundió hasta el fondo de los infiernos, pesaba demasiado.
Metal pesado (Caro Fernández)
