Seguía atrapado allí dentro, donde todo era olvido. Gritaba pero nadie oía sus voces. Deseaba que le encontraran, que le sacaran de allí para que le dijeran quien era, quien fue. Para reencontrarse con su gente. Escogía recuerdos para no olvidar, para que no le olvidaran, como si esos recuerdos tuvieran el poder de indicar donde se encontraba. Ya no recordaba cuántos años hacía que lo metieron a la fuerza.
Había perdido ya toda esperanza, hasta que le desenterraron de la cuneta para saber quien fue, para saber quien era.
La guerra ya había terminado, o eso le dijeron.