Llamó a mi puerta una mañana, iba vestido con un mono verde. Me dijo que se trataba de una instalación ordinaria, que era “un servicio compensatorio por todas las tasas que está usted pagando, señorita, esto no le va a suponer un coste adicional, se lo digo yo. Ya lo he hecho en las casas de sus vecinos y todos tan contentos, pregunte y verá». Le dejé hacer. No estuvo ni media hora «adiós, señorita y que lo disfrute»; me había instalado el servicio de whatsapp en la vitrocerámica. Es cómodo porque no hay posibilidad de confundirse de letra; cada tecla medirá unos diez centímetros o más, pero sigo sin encontrarle utilidad y tengo quemadas las yemas de los dedos. Claro, sólo funciona si la vitrocerámica está encendida… En fin, es gratis…Y saco unas fotos muy chulas, diferentes, siempre de mí misma y en contrapicado.
El instalador (Mariajosé)
