Es hermoso vernos danzar por los adoquines sucios de Madrid a toda velocidad. Somos extensiones de lo eterno, la definición más exacta de la juventud maldita, lo mejor que va a entrar por la puerta de cualquier antro esta noche.
Vamos a bebernos los días, las semanas, cualquier hora extra que no haya sido pagada como merecía. Somos alquimistas de recuerdos, concienzudos artesanos de la noche con la misión de destilar momentos únicos antes de que amanezca.
Nos pertenecen los temas acalorados para discutir entre copas, las farolas borrosas de Malasaña, cualquier cuerpo sudoroso que desee girar a nuestro ritmo por unas horas.
Somos la generación bendecida con la crisis, la corrupción, el paro kilométrico, el aire tóxico y la tecnología que nos metaliza. Ofendemos a dioses que creen en nosotros por habernos hecho eternos en esencia y malditos por definición.