Denisse dice a la clase que habrá luna de sangre, un fenómeno que se produce cuando la luna entra al cono de la sombra de la tierra y se tiñe de rojo.
Nervioso cuenta los días y las horas que faltan. Teme, llora, su corazón palpita, sus venas se hinchan y cierra sus puños hasta hacerse daño. La sangre brota y se enciende su cuerpo, revela su secreto.
Su figura esmirriada, su andar pausado y su mirada perdida causan extrañeza, -algo le pasa- dicen sus alumnos pero Denisse sabe que la luna es de sangre y de sangre será la noche. Lo asusta, la espera.
Ha estado en vela, envuelto en la negrura combatiendo su propia guerra pero no logra dominar a la bestia que duerme bajo su piel. Lo sabe y pide perdón en silencio.
La noche se acerca, es luna de sangre. Denisse convertido va por esa sangre que lo alimenta, que lo sacia, que lo entrega a la noche y a otra carne que trémulo le susurra que de nuevo tendrá que huir.
Luna de sangre (Aída Borges)
