Regreso a Buenos Aires. Visito la librería El Ateneo, como siempre que vengo a esta ciudad. Y allí me encuentro, de nuevo por primera vez, con Alain. Tan especial es esta librería que siempre que coincido en ella con Alain es la primera vez que lo veo; no lo conozco de antes, ni me conoce él a mí. Lo recuerdo todo bien unos minutos después de abandonar el local, pero no mientras estoy allí. Alain y yo estamos mirando libros, en la misma sección. Nos sentimos atraídos. Empieza él la conversación (en otras ocasiones he sido yo quien le ha abordado). Aunque es de origen francés, tiene acento bonaerense, o eso me parece a mí. Me dice que visita con frecuencia El Ateneo, porque es un sitio fascinante. Luego me pregunta si yo también había estado aquí antes. Quedo algo perpleja, sin saber qué responder; como siempre que coincidimos en este lugar.
Un lugar para el recuerdo (Manuel Pérez Otero)
