“Ya está aquí la loquita. Ya va la charlatana con sus historias. ¿Y qué se dirá? ¿Se contestará así misma? ¡Qué loca está!”
Alrededor de ella se oían los comentarios de unas vecinas deslenguadas. No parecía importarle, ella siempre caminaba a toda prisa con la mirada perdida mientras que de su boca de piñón salían multitud de palabras y frases que repetía una y otra vez.
A mí me encantaba verla pasar, me hipnotizaba. También me daba una pena enorme, ¿tendría algún problema mental?
Un día se le cayó un cuaderno destartalado. Lo recogí y le avisé tímidamente, sonrió, me dio las gracias y me volvió a sonreír. ¡Me fascinó!
Después de eso dejé de verla, supongo que cambió de rutina. Cuando ya prácticamente no recordaba nuestro encuentro fortuito, la vi en un teatro.
Yo, sentado en una butaca de la tercera fila.
Ella, en el escenario actuando, interpretando, bailando, sonriendo, brillando.
Entonces lo entendí; no estaba loca de remate, era actriz y simplemente repasaba sus guiones. ¡Me enamoró!
Loca charlatana (Marina Asensio)
