—Lo imaginaba diferente.
— ¿El qué?
—Este sitio.
— ¿Este bar?
—Sí, supongo que este bar también.
— ¿Cómo que también?
—Me refiero a esto. A este pueblo. Sus calles y su cielo. A todo esto. Lo imaginaba muy diferente.
—Ya.
—Lo imaginaba brillante.
—Brillante… ¿Y por qué lo imaginabas brillante?
—Lo leí hace mucho en un libro.
— ¿Una guía de viajes?
—No. Era una novela. Una novela sobre lobos. Y también salía un catamarán. No recuerdo el título. La página sí: 123.
—Nunca ha habido lobos por aquí. Y ni siquiera tenemos piscina mun…
—El libro decía que el aire de este pueblo era el más limpio del mundo. Que el sol resplandecía como recién nacido. Todo eso decía.
—Bueno… Supongo que el autor consiguió engañarte.
—Eso me temo.
—Yo me alegro de que así fuera; de lo contrario nunca nos habríamos conocido.
—Ya…
—Tú en cambio no pareces muy contento.
—Es que el libro también decía que tú brillabas más.
—…
—Pero no es culpa tuya, no te preocupes. De mí decía lo mismo, y ya ves…
Literatura (Iván Romero Soriano)
