Las fotos de todos sus familiares estaban frente a su cama y las besaba antes de dormirse, menos la de su primo Mario, que se oponía a que lo retratasen. Por su culpa tardaba horas en conciliar el sueño. Como Mario nunca había visto el mural, pensó que si lo viera, dejaría su eterno rechazo. Carlos lo invitó a cenar y Mario aceptó. Vio el muro familiar y lo felicitó, pero una vez más se negó a la fotografía. Carlos le pidió que al menos le sonriera como si estuviera posando, Mario sonrió y Carlos le atravesó el pecho con una cuchilla y lo colgó en la pared.
El muro familiar ahora sí, ya estaba completo.
La última fotografía (Alberto Chara)
