Las alarmas se dispararon. La unidad número 3215 era una de las más expertas en situaciones de emergencia, y las demás siguieron sus órdenes. Para combatir sería necesario aumentar la producción de adrenalina y dopamina. Gracias a esas sustancias, se verían dotadas con un aumento de su capacidad muscular y del flujo de glóbulos rojos y oxígeno. Su corazón latiría al doble de la velocidad habitual para soportar la operación, y sus pupilas se dilatarían para percibir mejor el entorno. Era el momento de librar la batalla que cambiaría por completo sus vidas, y para el que llevaban años preparándose, contando ya con miles de unidades. A la orden, el cóctel hormonal fue inyectado en su torrente sanguíneo camino del hipotálamo y las glándulas suprarrenales. Se desencadenó una serie de acontecimientos que culminaron con el objetivo alcanzado de lleno. La neurona 3215 había dado en el clavo.
Jose jamás había visto a Sara de esa manera, pero en aquel preciso instante, supo que estaba enamorado.
La gran batalla (David Vilela Freire)
