Alguien gritó mi nombre desde algún lugar de la fábrica; y enseguida volvió a repetirlo tras no obtener una inmediata contestación de mi parte. Esta vez, lo complementó con algo que sonó tan extraordinario, que estaba para interpretarse más como broma, que como anuncio: “Marcelo, su esposa ha ganado una lotería.”
Sin duda, todo había sido inequívoco, pues las palabras oídas habían hecho que todos se detuvieran en sus respectivas tareas, con la imposibilidad de que su significado dejase a alguien indiferente. Al mirar al hombre que acababa de perturbar el orden con su voz, vi la bocina de un teléfono en su mano y un gesto con el que me apremiaba a ir donde él.
Era malo no saber si era una broma; pero peor recordar que estaba divorciado de mi esposa desde hacía una semana; y aun así me dije “Si no es esto ni aquello, al menos espero que la llamada no sea para insistir en la cuota de manutención de nuestra hija.”
La Ganadora (Estefano Lujan)
