La firma de contratos siempre había resultado tediosa y aburrida, eran decenas los puntos que las partes no compartían y había que ponerse de acuerdo en cada uno de ellos antes de llegar a un consenso. Sin embargo, este no había sido el caso, cada uno de los representantes discutía con entusiasmo, carisma y criterio, cada uno de los argumentos válidos era refutado por una respuesta igual de inteligente y efectiva, la discusión no solo era interesante, era definitivamente emocionante. En un tiempo prudencial se pusieron de acuerdo y llegó la hora de firmar el convenio.
El primero sacó una pluma muy extraña, era de un plata opaco pero no por eso dejaba de brillar, se notaba que tenía muchos años pero ni un rasguño.
El hombre miro a su antagonista, sonrió suspicaz y firmó: Satanás
El segundo se quedó un momento observando la firma, miro al primero sin inquietarse, luego esbozo una leve sonrisa, casi imperceptible, saco una pluma idéntica a la primera y firmo: Lucifer.
La firma (Mariano1ero)
