La ortografía y la gramática de Juan eran pésimas, pero el argumento de su novela era magnífico. Al corrector le llevó mucho tiempo transformar el genial argumento, en algo legible y que sedujese al lector. Cuando terminó se la dio a Juan. Él la leyó y le dijo:
“Me gustó mucho su novela, a mí jamás se me hubiese ocurrido.”
La corrección (Alberto Chara)
