La penúltima vez que lo vi estaba tan hecho mierda, mucho más de lo que desde hacía algún tiempo se había convertido en su condición habitual, que no pude evitar pensar que con casi toda probabilidad ésa era la última que lo vería con vida. Y más o menos podría decirse que no andaba muy equivocado en mis cábalas.
Hace unos días volví a encontrármelo, nos cruzamos en una concurrida calle del centro de la ciudad, y me costó reconocerlo. Parecía un cadáver andante. Él ni me llegó a ver cuando pasó a mi lado, la mirada desvaída y arrastrando los pies. Entonces me sentí tentado a llamarlo por su nombre, pero casi de inmediato concebí la dolorosa posibilidad de que no se volviera, o aun peor que se volviera y no fuera capaz de identificar al tío que lo interpelaba, y eso me hizo desistir. Así que lo dejé perderse de nuevo entre la multitud, como un zombi entre zombis, sin poder dejar de pensar que esa era la última vez que lo veía.
Juan del Barrio (Sergio J. Vera)
