Acababa de pegarle un tiro en la cabeza a su esposo. Imaginó sus años en la cárcel. Sintió nauseas pero en el fondo un profundo alivio. El bebé lloraba en la habitación contigua, se había despertado por el ruido de la bala. Sonó el teléfono, su hermana le preguntó por unas telas, unos hilos y quién sabe qué más. Le contestó tranquila. Sintió náuseas de nuevo. Bajó, calentó la leche para el tetero. Se lo llevó al bebé, lo acarició como nunca lo había hecho y esperaron abrazados a la policía.
Intimidad (Cristina Jáuregui)
