Trombón, como cada noche, no ansiaba quedarse solo en la cama. Desencantado, cerró los ojos tras ser arropado por su madre, que con dulzura, posó un beso en su frente susurrando: «que tengas dulces sueños». A lo que él contestó:
–Serán dulces si te quedas y cuentas hasta que me duerma.
– ¿Y qué quieres que te cuente? –preguntó su madre intrigada.
Trombón abrió los ojos, e invitando a que se sentará en la cama respondió:
–Pues números. Cuenta hasta infinito y cuando acabes te puedes ir.
Hora de dormir (J. A. Román)
