Vivimos en un mundo tan peligroso, que cuando las denominaciones relativas se confunden con las posesivas, el denominador y la persona denominada pueden volverse respectivamente poseedor y poseído. Fui “su amigo”, “su amante”, y “su esposo”, y en ninguna de estas calidades, “mi ex amiga”, “mi ex amante”, y “mi ex esposa” cesó de ser insidiosa. Sus celos la motivaron a buscar un método para retenerme: probó en mí todos los brebajes que encontró en libros esotéricos, incluso Brandy de Jerez mezclado con aletas molidas de tiburón; y me recitó fórmulas en latín mientras yo dormía; todo lo cual resultó en vano: nos divorciamos. Y sin embargo, tiempo después, consiguió recuperarme: me secuestró, para retenerme en un congelador gigante, entre trozos de hielo. Ahora soy uno de estos. Nada siento, sino mis memorias derretirse gota a gota.
Hielo y amor (Estéfano Lujan)
