Agachado siente el rumor de la tierra bajo sus pies, ausculta señales en el cielo: luces y cometas. Conocedor divino de los secretos, liberado el cuerpo de cadenas: designios silenciosos y perdidos ocasos. La espuma de los mares, su caricia sobre los farallones, movimiento de estrellas marinas, súbito estremecimiento de montañas vomitando fuego, lamento de la ahulaga y la palmera. Corazón de malpaís, oscuro y solitario cuchillo de obsidiana. Secretamente pacta con las sombras, acomete con sus cantos las nubes pasajeras. Roque más frágil, pequeño, amasijo de huesos y carne. Dibujando signos en la arena, en la roca, en el viento, plegarias más viejas que el tiempo: destino en el vuelo de las aves. Donde el mar estremece la arena, protector de los hijos del alisio: la raza que vino del mar. Interroga fugitivas estrellas, ojos cerrados de par en par: llanto, sangre, plegarias, pechos partidos, ululantes sombras, macabras sombras que, sobre las grandes aguas, se aproximan.
Faicán (Carlos Odeh Alonso)
