Toqué las plumas blancas y las negras, miré sus alas ya cansadas, besé cada parte de su ser para que se recuperara, alejé cada mal de él, defendí con garras y dientes su bienestar. Amé cada sombra y luz de él, curé sus demonios, adoré sus ojos y me perdí en sus labios.
Llegando el amanecer lo vi partir, jamás lo volví a ver. Volvería a morir por verle sonreír.
Eterno (Jessica Jazmin Galvez Alcalá)
