Sin prestar atención a nada más, avanza. No le preocupa la meta, sabe que está ahí. Continúa con paciencia poco a poco, unas veces más deprisa, otras más despacio. Sigue el camino cuando lo tiene que seguir y se detiene con calma cuando menos prisa tiene. Y pese a todo, está claro que va a llegar. Ojalá tuviera yo la determinación de esta pequeña gota escurriéndose hacia el culo de la botella.
Envidia (Samuel)
