El sol se había extinguido entre las nubes llenas de lluvia. El brillo de sus ojos ya tampoco estaba; sus pupilas estaban tristes, mirando al suelo. No se movía de su sitio, aun cuando estaba empapándose bajo la lluvia. Mamá y David la miraban preocupados.
Dio un paso indeciso, con la mirada fija al otro lado de la calle. Un hombre de gabán oscuro y maletín caminaba a prisa hacia la esquina. Cam respiraba agitadamente, sus ojos abiertos de par en par seguían la borrosa figura del desconocido.
Comenzó a correr. Le grité pero no se detuvo; dobló la esquina y yo detrás de ella. Durante un trecho lo persiguió, y yo a ella, hasta que no pudo más. Se rindió al peso de su cuerpo, cayendo en la acera.
Pude ver como levantaba el rostro bañado en lágrimas, y abría sus labios para gritar su nombre.
El silencio que siguió después solo fue interrumpido por las gotas cayendo a prisa. Entre los nubarrones que eran aquel hombre, solo pude distinguir un par de ojos verdosos y llorosos.
—Te encontré…
Encontrado (Alejandra Moreno H.)

Suspenso poético, me encanta.