– Serán unas pocas palabras con gue, gui, hache o jota, algunas excepciones a las reglas de acentuación (sabes cómo gustan los diptongos e hiatos a los catedráticos), un par de problemas, unos cálculos con decimales, algunas fracciones y poco más… – intenté tranquilizarlo. Necesitaba vendérselo, no podía perder otro posible comprador.
Me miró angustiado.
– Es la nueva ley: nadie puede usar un móvil más inteligente que sí mismo. Siéntate y te hago la prueba. En un momento te llevarás un teléfono a tu medida.
Era el enésimo cliente que huía espantado. Contemplé las vitrinas llenas de aparatos de última generación. Otra vez, mi olfato para los negocios, se había quedado ciego.
Emprendedor (Patricia Collazo)
