Tú, distancia incontrolada, juegas con el espacio: nos acercas, nos alejas. Te ríes de nosotros y tus carcajadas rompen los cristales que disfrazan la verdad.
Tú, que persigues los temores, tú, que navegas sin descanso. Una historia interminable, un ciclo sin fin, fría, calculadora, tú.
Engrandecida por el dolor, amargada, deseando y rechazando el espacio, el que pobre grita de desesperación cuando el lamento es más gris que blanco. Y lo torturas, lo coges de un extremo y lo arrastras por sendas que abren heridas y dejan huellas.
Tú, distancia, que siempre estás callada, habla, confiesa tu misión: ¿es azul, es esperanza, es calor y deseo? Déjate preguntar y razona una respuesta que calme el enjambre de sensaciones que recorren mi espina dorsal.
Eres hoy, eres mañana y eres el rezo de cada madrugada.
¿Serás grande, serás pequeña? El tiempo a tu servicio, los instantes mal contados, los latidos entre dos paradas.
Culpable de mi ira y responsable de cada lágrima rota: tú… desaparece.
Tú, distancia (Anabel Gil Cabrera)
